domingo, 20 de diciembre de 2015

POESÍA NACIENTE VENEZOLANA

POESÍA NACIENTE VENEZOLANA
Compilación y Selección
Gladys Mendía


NOTA de la editora

Los diez autores de esta antología, han sido publicados individualmente en forma de plaquettes en el año 2013 por Los Poetas del 5 Editora en Santiago de Chile. 

La colección se titula Poesía Naciente Venezolana y se crea con la idea de mostrar dos vetas creativas fuertes y definitivas en nuestras letras más recientes (nacidos entre 1988 y 1994) que llamo, inspirada en canciones de Charly García, Anhedonia y Ojos de VideoTape

A grandes rasgos, Anhedonia y Ojos de VideoTape, tienen una propuesta reflexiva sobre la vida, a veces, desde una perspectiva amplia y reposada, en otros momentos, en un decir sobrepasado por las emociones, donde el individuo desgarrado busca refugio en los afectos.

Para la mayoría, es la primera publicación en una editorial independiente del exterior. Algunos de ellos han ganado premios literarios y otros, han sido publicados en revistas literarias y webs en Venezuela. Luego de dos años de la publicación, su voces se han hecho más fuertes y han logrado posicionarse como representantes de nuestro país en el exterior.

Esta generación se caracteriza por hacer un trabajo literario independiente fundamental. Sin ningún apoyo institucional o gubernamental organizan lecturas, encuentros de poesía, crean, editan y difunden. Estos poetas son los que suelo llamar multifuncionales, y son justamente los que necesitamos a nivel de continente. En conversaciones con algunos de ellos, resaltamos la importancia de la labor independiente, siendo el norte de nuestro amado sur ya desde hace varios años; así es como la belleza ocurre, por iniciativas desde lo impostergable y urgente.

Gladys Mendía
Isla de Margarita, septiembre 2015.







Presentación


La Naciente Poesía Venezolana reunida en esta selección, le da unidad, como muestra generacional, a lo que bien podríamos llamar la voz diversa y vanguardista de la producción literaria de los más jóvenes poetas de esta  nuestra fugaz actualidad.

Los textos que componen la selección de estos jóvenes poetas –nombres exitosos que ya prefiguran una obra futura importante en el escenario literario venezolano–, están trasversalizados por el tono intimista de los contenidos y de brillantes propuestas formales de escritura que recrean un signo poético proyectado hacia la concreción de una intensa etapa de estos afloramientos recientes del magma poético nacional.

Esta muestra afortunada de textos poéticos que nos presenta la editora y compiladora Gladys Mendía, es un valioso trabajo crítico de reunión de una generación que promete pasar en los próximos años a plantearse grandes retos en el campo de la escritura poética. Éstos son, justamente, los que permiten comunicar el signo de un tiempo que quiere transmitir la necesidad de una mirada  introspectiva, íntima y circunscrita al mundo de los afectos más entrañables de la experiencia humana siendo vertidos al texto a través de fórmulas y formas que ponen en crisis y extienden la escritura al color, la textura, los olores y sabores de la vida en el texto.

El compromiso de esta generación poética, nos atrevemos a señalar, abandona los esquemas de la acción exterior al sujeto para volver a recuperar los espacios perdidos del ser en la escritura. Sin menoscabo de las grandes preocupaciones trascendentales que el lector atento podrá descubrir, vemos un abandono de los fines existenciales de otros procesos (sociales, religiosos o políticos) para establecer el mundo personal de la mirada hacia el cotidiano horizonte del sí mismo como vía o puente de conexión, camino de reconocimiento de la propia presencia poética desencantada de la trajinada posibilidad de salvación de la soledad o la muerte.

Lo que los unifica como generación dentro y fuera de estos textos es la libertad total, los engranajes de la propia experiencia moviendo las esencias vitales que generan la espontaneidad no condicionada de la expresión.  Pero debemos decir, también, que estos textos comunican un retorno vivencial y desencantado a la dignidad primordial de lo que se quiere decir, sujetando el vuelo de la forma a los sentidos finales que nos comunican esas esencias vertidas en la razón poética de cada voz particular. La forma se subordina como un fondo de hilambres inconsutiles y de filigrana invisible de tela de araña, a los contenidos que aparecen como figura concreta de una existencia individual real; una experiencia de escritura llevada sin las mediaciones de la total autonomía del estilo que llegó a producir grandes extravíos  hasta no hace mucho.

Esta oportunidad crítica de unificar con estas palabras la labor editorial de Gladys Mendía, nos permiten  darle proyección generacional a este grupo de poetas novísimos de nuestras letras nacionales, que merecen el reconocimiento que ya se han ganado de saberse pertenecer y ser el ápice creador de una profunda y raigal tradición poética.



José Antequera Ortiz
Departamento de Literatura
Universidad de Los Andes – Mérida – Venezuela












POESÍA NACIENTE VENEZOLANA
ANHEDONIA

Raquel Abend van Dalen. (Caracas, 1989). Licenciada en Comunicación Social por la Universidad Monteávila, con un Diplomado en Escritura Creativa de la Universidad Metropolitana e ICREA.  Autora del poemario Lengua mundana (Común Presencia Editores, 2012) y de la novela Andor (Bid&Co. Editor, 2013). Así mismo, ha ganado Mención especial en el rubro de poesía del III Premio Nacional Universitario de Literatura (2009), y mención especial en el rubro de poesía del Concurso de Autores Inéditos (Monte Ávila Editores, 2012). Ha colaborado como redactora y productora en diversas revistas venezolanas (El Salmón, El Librero y El Desafío de la historia). Trabajó como reportera en el Diario Las Américas (Miami, FL). Actualmente cursa la maestría de Creative Writing in Spanish en la New York University. 



RITUAL

La vigilia
se quema a punta
de secretos
consume a quien la bosteza
esconde los canales
insomnes
lo que se derrumba
bajo el tacto
creído
te veo del otro lado de la madrugada
ayuno en tu cuello
nos pronunciamos
por un pulso
inconfesable
por el desvelo
que muerde
hinchado
que rescata
dos abandonos imposibles de arrancar
el límite se ensancha
quieto
casi escondido
y desde un rumor
sonríe, se dilata en la esquina
se vuelve un signo
entrañable
una confesión pulcra
son noches que visten
mueven el sueño
hasta matarlo
contra una cama ajena
y queda un aliento
apagado
sin nombre
ni cuerpo para exasperarse
se vuelve
materia erguida
culposa
hambrienta
se ensombrece
respira en tus plegarias
en una sequía
arrogante
ya nada se sostiene sin tu lejanía errada
desconozco una noche
antigua
a nuestro encuentro.


PICNIC

Te ensancho
como a un mantel de tela
manchado
por el semen de mi boca
te aireo sobre mi cuerpo
para que caiga   sobre mí
tu mugre vieja
te acuesto encima
abierto y mojado
vaciado por ese apetito
insaciable
que no deja de rascarme la piel
saboreo todo lo que decide entrar en mi boca
y no lo dejo bajar por la garganta
el alimento bendito
no se mastica
se mantiene entre el paladar y la lengua
como penitencia.


APUESTA

Jugamos a que el fin está por llegar
a que nuestros cuerpos sólo saben desayunar
con semen, flujo, café y cigarros
–muy cerca de una ventana
que no muestra nada–
jugamos a que no hay una felicidad
igual a la nuestra
a revelarnos dos pasados deudores
que no reciben más que la digna tentación
de aliarse
jugamos a vaciarnos en el cuerpo del otro
a decir que nos queremos entregar por amor
cuando sabemos que lo hacemos
por supervivencia
a recostar nuestras vidas
en una sola mirada serena
que no pretende acabar.
Juguemos siempre.





José Manuel López (Caracas, 1990) Escritor y músico. Licenciado en Letras mención Historia del Arte (ULA), estudiante de Letras mención Lengua y Literatura Hispanoamericana y Venezolana y de la escuela de Música (ULA). Participó en el taller de poesía dictado por Luis Moreno Villamediana, talleres de creación literaria (DAES- ULA, 2008), fue miembro del grupo experimental de Poesía y Música (Reflejos, 2007-2009). Premio de Poesía “Gelindo Casasola”, en el marco de las jornadas de creación literaria de la escuela de letras (ULA-2010) Ha publicado los artículos “El amor musical existe no hay que hacerlo”, crónica a Sentimiento Muerto (2007), “Cayayo: el responsable de las sonoridades emergentes en Venezuela (2008) ambos en el periódico Arcabuco. El texto: Una Balacera no abolirá el azar: novela policial -colectiva- (2010) por el Perro y la Rana. Algunos de  sus poemas han sido publicados en antologías locales  e internacionales como la del 5to Festival Mundial de Poesía (Mérida, 2008), periódicos nacionales como el Diario Primicia (Ciudad Guayana, 2011). Letra Viva (Coro, 2012) y la revista El Club de la Serpiente (Departamento de Literatura, ULA 2012).


Horizonte
de fuego húmedo,
una ceja  
nos eriza   mitad concha   sin pupila.
Marfil
Chupa la res    escupe hueso,
Permitir
correr suero metalizado
haciendo relieve 
en tornillos
arañando
pedazos  de carne invertebrada  color niebla.

Incrustar
Un aullido flagelado
de vigilia .
Decapitar
Otro cristal   que  rosa las burbujas
                                           Muerde los ventíscales.

Y  extirpar
los zancudos  que nos celebran.
Habitar en la piel unicorde y  cerrar tus cartilagos
Para ver el circulo que se pega en tus labios de vagina silenciosa
Flor marchita  eres un vestigio de sombras 
que nos convoca a encuentro de terrazas guturales
a encuentro de crepúsculos mojados.

Noche de mañana eres un colibrí
que se abre en sarcógafos de rincones azules
como la serpiente emplumada
que era la melodía de las jaulas en el mar
con forma de aliento 
                                  extinguiendosé



El vientre quema mi ojo de colibrí 
y transforma lo amarillo en vulvas nocturnas
el dedo afeita a la máscara que esconde mi carne de avispa.

La noche se vuelve mar
Para reventar en nuestras cabezas de barro
Para trasmutar nuestra carne en la sangre  de  la arena
                                               en el antídoto solar
mantiene la respiración anclada a los pies
y mi nariz lacerada sobre la noche cae.



Orquesta
de pájaros   ladren a lengua cortada.

Beban
Saliva de encuentro,

Nazcan
En  el agua  que el silencio es melodía sangrando.

El cuerpo se parte en recuerdo trozo a trozo
sin líquido,

Grillos  luz de pantano
en la mañana  recita el  árbol    contra un réquiem de espumas
recita
el museo de formol.


En la efervescencia del mediodía dormiremos
y con un parque de latas a cuestas
festejaremos
el pus que rellena nuestros pies.

Con las uñas desde adentro
cayendo felices sobre el asfalto,
sosteniendo el pedazo de tierra que nos ancla a la gravedad
con su voz  de aire
 su cántico de árbol.
.
Haciendo  que el cielo se presente
Con sus túncias negras para hablarnos de las esquinas
que guarda el inframundo en su conrazón
recordándonos que el único abrigo para el nicho nuestro
es
          la  brisa  cuando nos pega en la cara
es
           el viento  cuando se abren los ojos a la luz del pino oscuro.





Oriette D’Angelo  (Caracas, 1990). Es Abogada por  la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). Participó  en el Taller  de  Poesía  (2011)  del  Instituto  de  Creatividad  y Comunicación  a  cargo  de Eleonora  Requena  y  en el Taller  de  Poesía  (2011-2012)  del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos.  Trabaja en el área del Derecho y lleva el blog ‘‘Descendencia y Paradero’’.


Resistencia a la insulina
Pronto olvidarás que también eres agua
Chamuscarás tu lengua morada
mientras masticas el dulce
No querrás beber la pasta naranja
que te seca los labios y te revuelve el estómago
Te dirán que repitas el ciclo
una y otra vez
mientras te pegan el brazo a la mesa de las inyecciones
Aguantarás una aguja
Dos
Tres
La pasta naranja se mezclará con tu sangre y te dará el diagnóstico
Pensarás en el antecedente
En el abuelo diabético que te dejó una herencia
En el pretexto que busca el dulce para ser ansiolítico
y en la excusa de los doctores para extraerte las plaquetas.
¿Qué hacen con la sangre que sobra en los tubos de ensayo?
¿A dónde van a parar esos pequeños agentes
portadores de nuestra historia?
¿En dónde se nos olvida o se nos ubica?
¿Se nos desechan los genes como los muertos apilados en el cementerio?
¿O se conservan para mantener herencias vivas en las gavetas de las
enfermeras?

El mundo se llena de nuestros tubos de ensayo
Somos también sangre fría y congelada
portadora de enfermedades y de identidad genética
nadie igual a nosotros
todos iguales en los tubos
Venimos arrastrando el tipo de sangre de otro
mezclado con el otro
para ser otro
Sólo nos diferencia la enfermedad que escogemos
y la que nos imponen.




Cuando nos miramos, nos unen todos los hilos del mundo
ROBERTO JUARRÓZ

A José Delpino
El paso de los hilos
Abismo y eco
Me caigo sin avisar
Me sostienes
Hay una lámpara en mis uñas
Sangre destinada a tener un sólo nombre
sin agravio
sin estrago
más que el de una canción cantada en la memoria

El futuro es un pájaro que camina
mientras le enseñamos a volar

Tenemos un país
unas anclas
unas manos
y aun así
me quedo entre tu pecho
y el mío
en nuestro territorio
en nuestro espejo
estás destinado a ser siempre real

El mar nos disolvió la herida
y con las fechas
constituimos el ritual anonadante
del tiempo
[07/12/2013]





Luis Perozo Cervantes (Maracaibo, 1989). Poeta y ensayista. Estudiante de Letras Hispánicas en la Universidad del Zulia. Presidente fundador del Movimiento Poético de Maracaibo y coordinador del  Festival de Poesía de Maracaibo. Ha publicado los poemarios: Amoritud (2013, Caracas) con SUReditores, Poemáticas (2013, Caracas) con Negro sobre Blanco Editores,  Semántica de un tornillo enamorado (2012, Barcelona) con la editorial española Suburbio Editores, A Puro Despecho (2012, Coro) con la editorial alternativa Ediciones Madriguera,  Poemas para el nuevo orden mundial (Maracaibo, 2011) a través de la Fundación Editorial El Perro y la Rana; y en formato digital el poemario Noche Electoral (Sevilla, 2010) con el Grupo Palimpsesto2punto0. Mantiene un blogsite titulado Extremadamente Poético donde se propone publicar un diario poético.



*
la sombra de la sombra
lo que existe de la sombra
la grieta de la sombra

la sombra misma que se agrieta

¿para la noche cada uno de mis músculos?
¿para la sombra el puerto y el poema?

¿a poema vuela la hoja? ¿de poema la hoja?

a sombra, sombra, la sombra
¿qué queda, entonces, de miedo
para este alertado?

(una pulgada propia de impropio paroxismo)

de a sombra
sombra
no queda
más que la sombra

*
Duele, pero puja
y la forma de esta abierta
abierta
abierta herida
es tan carne como uña

así me aterro de doble filo

a paja, con la paciencia del miedo
(si tejer otra mortaja para cuento)
me duelo en puro calco
copia de silencio

 caída propicia de los ecos

 terrible tráfago de locura

duele, pero puja
duele, pero vive
duele

*
Dada la forma del miedo
queda esa puerta
a madera dura
en la que los ojos esperan

queda
(porque no queda otra cosa)
una deuda repentina de adioses
a forma de formas para el temor

¿qué otra lengua le guarda más letra?
o más espacio en fondo de pasillo
en la vela que se apaga y prende
en la tranquila luna 

holgado, entonces, se hace parte de ojos
se hace, porque no queda más, se hace



*
lima, entonces, la cristalería
preocupado por el suspiro
el cambio de color
la luna

con el tintineo preciso de la voz
que posee el interior de afuera
ese decir de la hora
que no coincide con el alma

¿qué alinea, entonces, esta falta de fe?
¿una muerte más próxima que la   forma de la herida?
¿no grita ya el cují cuando llueve?

lo que se diga
redunda con la forma.

*
La forma no basta de esconderse
la forma no se deja
su concesión de cuerpo no despoja
pero en su persecución impresente halla,
inconsistente,
la plenitud delo poseso

el siempre deseado
vocablo de los sólidos quebrantes



*
Poner, entonces, a la página como excusa
como si bastara

queda poco para que las de otoño sean rosas
pero queda, queda
el germinar no termina el rocío
la forma madura en su explosión, multifocal
toda hora no basta
no basta, pero sí paciencia aprehende
¿Cómo redimirse, entonces, el verso?

nunca
nunca falta una hojita verde
en lo más alto de la luna

*
Ponme la vanidad en el olvido
(aunque, un rato, duela darle forma a la ausencia)

de eso mismo se puede hablar con el café
lo negro siempre responde a las preguntas
(común de la noche, saberse emocionar)

una paz que habita lo suficiente
eso, darle forma lo que tiene horizonte
¿quién le manda al cielo, a ser, tan limitado de azules?

así que ponme todo lo que soy en cuarentena

estoy buscando la forma, de lo informe





Sara Emanuel Viloria. (Maracaibo, 1990) vive en Coro hasta comenzar su formación universitaria como artista plástico en Barquisimeto, Venezuela. Asistente de Restauración para pintura mural y mobiliaria. Estudiante de la Licenciatura en artes plásticas en la Universidad Centroocidental Lisandro Alvarado, Comienza y desarrolla una investigación minuciosa en el plano bidimensional con el dibujo conceptual e ilustrativo y la acuarela, incursiona además en el dibujo digital. Relaciona su propuesta plástica con escritos propios, sumando el dibujo a la narrativa y la poesía, elemento distintivo en sus obras, en las cuales escribe para “sanar” la herida del lienzo.


Trstie


Esta sombra tan frecuente, tiene manchas azules en su vestidura. Tú apareces y desapareces, como la risa del viento un día de enero, velas negras, tus huellas pisando mis talones y la luna de abril que apareció el mes pasado.
Este don mío, de no decir lo que escribo por temor a traerte de vuelta, como si ya no permanecieras en mis dedos húmedos de tinta, tanta tinta, tinta tonta, tanta muerte en esta copa de vidrios color atardecer sostenido en la menor. Río, me desvisto, me toco, al fondo de mi vientre vive tú latido, Suceder involutivo de las mariposas. El Ciclope, la botella derramada en mi cuerpito adolescente, al fondo de mi vientre vive tu latido, suceder involutivo de las luciérnagas. Luz iridiscente, el amor al revés tiene sentido y no me gusta.
Una mancha amarilla, pinceladas tímidas, todas tan mías, tan ausentes. Pedacito de canela, muñequito vudú, té de azafrán empapando tus pestañas glaseadas de soledad, si despiertas, veras mi ventana y tras ella el fin del mismísimo universo, esta sombra tan ridícula, nos abraza y nos abandona en un aire de vinos evaporados al calor de una fogata de llamas y lamidos en tu sexo, amargura pura.
Que belleza, el cielo y la muerte del cielo, la tierra y la muerte de la tierra, tu ausencia y la muerte de tu letanía de lujurias maduradas en papel crepé, boca de celofán, campanadas a las tres menos cuarto y tu habitación inundada de interrogantes con un SÍ en tu pecho, en tus manos mis orejas escuchando el palpitar de tu ritmo, el olor y tu pulso, la vieja manía de tocar tu estómago, bendito, fruto de maldiciones arrancadas de mi silencio.
Me haces falta, los médanos te devuelven, partículas, cenizas amarillas que estampan tu cadáver en el sol, guiando mis días por una franja de letras esparcidas como sombras, en esta ciudad de desperdicios lunares, tú antes que nada, eres el centro de venus, un alter ego que revive mis deseos masculinos, de llevarte a la cama, este triste mar de ropajes vacíos, tu ausencia me toca y siento escalofríos.
Muertes lentas se desdibujan en mis tatuajes, resecos, hay grietas entre los poros de mi piel y tus lagañas violeta, hay uñas marrones rasgando este bastidor sin historia recitada, me consigo en los espejos, están por todo el suelo que piso, parece que se diluyera, pero solo es agua, besos ácidos que mis pies reciben de tu casa, el infierno de loas de papel, arcoíris, este desorden, está locura, esta necesidad.
Una pastilla. Dos pastillas, los cigarrillos no te elevan, eres una figura de humo sólida. Al fondo de mi vientre vive tu latido, Suceder involutivo de las libélulas. Río densísimo, ahogado en pozos de lodo donde respira tu fantasma, alimentándose de hierbas y sueños todavía ocultos en el destino, vereda inconclusa, terrible búsqueda, mantequilla estampada en tu tapete, mejillas de porcelana besándose en el techo.

¿Temo?
Parece que no terminare de salir nunca, tejidos de vellos blandos donde reposan nuestros fantasmas, nuestros sopores, somos figuras y la angustia nos une y nos abraza, un contenido de millones de vacíos, un vapor de orgasmos consumidos en el cenicero, una tetera en silencio, repleta de purísima sangre, nuestra.


Al fondo de mi vientre vive tu latido, suceder involutivo de las golondrinas, y esta sombra tan frecuente tiene manchas azules en su vestidura, suceder involutivo del olvido.



Cuadro Vudú

Te estampo con una línea, y de repente ya eres tú, Tomando forma en mis propios territorios infinitos...

Te llevo al suicidio, pero bien se que estas naciendo, saliste de mi para volverte más mío. 
Vas liberándote como mancha, yo voy haciéndome cautiva, en punto de este encuentro, dejo de ser yo y me vuelo tuya. Como si mi mano, compuesta por cenizas azules, se desintegrara y con un color padeciente cantara tu nombre.

Haces presencia, en cada punto maldito donde poso mis ojos, y toda la blancura del mundo se va tiñendo...
Marrón. Púrpura. Cobalto. Un punto negro se debate en tu pecho, no sabe si lanzarse al vacío...

Curiosamente, estoy muy lejos de perpetuar tu rostro, esto más bien tiene que ver con cosas del alma. Quizás es por eso que uso los dedos para dispersar la luz empastada, y no los labios, esos que se impregnaron de aglutinantes, y aprendieron a callar. 
Por eso quizás, el arte no tiene que ver con representar (perpetuar), sino con profunda necesidad de olvido; En el proceso nos llenamos las uñas de alfileres, y no es que sangremos pintura roja... Es que vaciamos caricias que no fueron perpetuadas en los viajes del tiempo, en las galerías de la sobre valorada soledad...

En este juego donde juego que te invento, eres más real que y sin siquiera notarlo, también sufres la desidia de una mano que ya no grita. 

Un trazo que hace tiempo trazó toda esperanza, Tachó toda posibilidad, nació de una gama fría y se congeló en el tiempo. 
De allá vienes imagino, de un espacio reducido a la intimidad de las paredes tras el bastidor, de una esquina donde solo vive lo real, lo no vivo, lo objetual, lo concreto.  

¿Desde ese infierno es que has venido a herirme? ¿Desde ese infierno mueves tus manos y juegas a las muñecas, mientras yo vacilante prendo fuego al lienzo? 

  Susurro: en un intento de salvarme, en un intento de no pintarte (ahí es cuando de verdad desaparezco)...  Y la línea se vuelve palabra.


Capullos Copular (lanza la canica)
Los veo desprenderse, como queriendo parirse a sí mismos, como queriendo morir desde que nacen, como evadiendo la vida y apresurándose al surrealismo de los sueños, como si solo existieran durante el movimiento rápido del ojo. Van desprendiéndose de los arboles, frágiles, se elevan por milímetros, luego comienzan a caer, danzan con partículas de polvo, se excitan entre ellos con los rayitos de luz que apenas le tocan. Qué bonitos capullos blancos, precipitados a la muerte en la ciudad, repartidos entre los bancos de las plazas y las esquinas húmedas de la última lluvia, que hermosos los arboles como se desprenden de su belleza y se vuelven cadáveres vivos, vacíos, pelados, a los ojos de los transeúntes...

¿Los ves? son las palomas del siglo XXI, son las estrellas de los que no saben del universo, son poemas fugaces sin amor ni romance, son solo capullos, precipitándose al olvido, con un susurrar odioso entre sus cuerpitos frágiles de venas llenas de sabia, leche y tierra, Van así, cayendo lentamente ante mis ojos apagados, van súbitamente cantando los cantos del silencio, van besándose y alejándose, ¡como romeos y julietas con finales inesperados tan Jodorowsky! Van agrupándose en los capos de los autos, van juntándose como esperma densa, van esperando una gran explosión de aire que los libere, van dejando que las bocinas griten sus propios orgasmos, y así la vida, el placer, el cielo, los capullos, los ojos apagados que copulan descubriendo distintas muertes....

¡Por Dios ya lanza la canica, no tengo todo el día!


sunday

Hojitas verdes, como abren sus piernas entre las ramas secas, como se liberan y se van volando como capullitos con esporas y polvo y también tienen en su raíz esa ramita que las sostiene, ese pedazo de dulzura. Este escrito no es para mí, sino desde mí,  embriagada, viendo el árbol desde la ventana, y como se seduce a sí mismo, besándose, viéndose en el reflejo de la ventana sucia... esto ni siquiera tiene que ser bueno, tiene que tener vida y entonces morir joven y así, perfecto, pero no, no precisamente bueno... Creo que este árbol es malo. Sí, olivo maligno.

Y el viento, habla tanto desde el frente, como cantando, recitando los cuentos de antaño mientras las ramas se quiebran y no lo veo, porque son los átomos, yo lo que quiero decir es que sé que esto quizás no es algo, sino como una plática ridícula, algo sin mucha sustancia, pero esas hojitas verdes. Bueno tú podrías entenderlo si estuvieras ahora aquí, viendo lo que yo veo desde esta esquina hundida del sofá. Demasiados datos espaciales, ya podrías armar una historia que si tuviera sentido  y hasta mis uñas negras, te lo juro, se clavarían con aprehensión entre tus letras, buscando la lupa, el "sí" ampliado, la aprobación al mundo entero, el universo desparramado y también desde luego, la muerte.

Ebriedades circunstanciales, mentales, ENJOY YOURSELF! el mundo no va a parar de dar vueltas, no va a parar de inhalar hojitas verdes.




POESÍA NACIENTE VENEZOLANA
OJOS DE VIDEOTAPE


Oriana Echávez (Tovar, Mérida, 1994). Estudiante de Letras mención Historia del Arte de la Universidad de los Andes, Estado Mérida-Venezuela.


***
Esta fría tarde
en la que mis manos huelen a tristeza,
les pido que corran conmigo,
que nos comportemos como locos y borrachos,
que seamos felices,
que salgamos al mundo
y abracemos la belleza,
porque la tenemos
y pronto vamos a morir.
Las noches se nos pasan por la cabeza,
y no sabemos qué hacer con ella,
nos escondemos durante el día
detrás del intelecto de hombres muertos,
y parecemos tontos persiguiendo el amor.
Vengan y corran conmigo,
busquemos a las mujeres que queremos,
y gritemos al viento lo que sentimos.
Debemos mirar el mundo
con los ojos que escondemos entre la almohada.
Debemos correr entre los bosques oscuros
con el vino chorreando de nuestros labios.
El tiempo nos está cambiando.
Juguemos con nuestras manos entre las sombras,
porque la vida es ahora,
y se nos pasan los años
sin vivirla
mirando hacia atrás.
Venga y abráceme en la azotea
porque estoy a punto de saltar.
Abráceme,
abráceme,
que no estoy triste.
Lea conmigo los versos de la noche atrapada,
y riámonos de la tristeza.
Encuentre mi voz,
que hace mucho está escondida
y regálesela al firmamento.
Dejemos de buscar lo que tenemos,
porque nos vamos a cansar.
Y la vida,
esa cosa triste que no entendemos
ya se comenzó a apagar.


***

La noche
es la miseria de mi vida,
es recordar que creo existir,
es el sollozo de mi piel
que está sola,
que pide calor.
La noche
es el mundo sonriente
que se burla de mi desgracia.
Es el baile de la vecina
que llega borracha
porque está feliz,
o viceversa.
De noche
no cierro los ojos,
porque da lo mismo.
Estoy cubierta de tristeza,
y sólo la noche
es capaz de tragarse mis gritos.
Sólo la almohada,
mientras transcurre la noche
es capaz de tragarse mis lágrimas.
La noche
es ese breve espacio
en el que las caricias no me hieren.
Son esos minutos
en los que no puedo dormir,
y los pierdo
escribiendo su nombre sobre la pared.

***
Tarde, como esas noches en las que no se puede dormir, esas noches frías y lentas, que se me encajan en los ojos, porque ya no sé a dónde mirar. Sólo tengo ganas de despedirme de la última lágrima, esa que decidió marcharse dramáticamente, porque saque hasta sus maletas de mis ojos sin siquiera avisar. Tarde, en esa noche que apenas comenzaba, en la que sólo podía seguir el rastro de los libros de mi padre, entre una neblina densa y sofocante. Tarde era, cuando me tropecé con tu sonrisa, invocada en el silencio atrapado entre mis dientes. Tarde, cuando no me robaste los besos que me ardían en la boca. Tarde era, cuando desperté del sueño en donde todo parecía lejano, cuando apenas comenzaba.


***
Y nadie cree en el tormento,
del  que escribe con el corazón en el lápiz.
Nadie cree en las lágrimas nocturnas y desesperadas
de golpes en la pared y caricias en el suelo,
del que escribe porque le duele,
nadie cree en las noches que intentan
ser borradas de la memoria con ron blanco.
Nadie cree en las llagas de mis palabras
que me duelen cada vez que parpadeo.
¡Y usted!, ¡sí!,
al que no le gustan los poemas directos,
porque no cree que los poemas me duelen
aquí dentro,
porque usted no ahoga sus noches en cenizas de cigarros,
porque usted no escucha con el corazón.
Y mi cama siempre está húmeda
por tantas lágrimas que dibujan su nombre.
Y mis tacones ya se han roto
por correr detrás del misterio de la palabra linda y silenciada,
esa que no me duele,
pero así, como a usted no le gusta,
asimismo, a mí me duele.
Ahóguese en la poesía linda y caprichosa,
esa sin sentido
llena de colores ficticios,
porque lo que yo escribo
sólo puedo olvidarlo con unas gotas de alcohol,
ahí, es donde se ahoga mi corazón.




Josué Calderón (San Cristóbal - Táchira, 1993). Estudiante de letras mención Lenguas y Literaturas Clásicas de la Universidad de los Andes – Estado Mérida, Venezuela. Ganador del tercer lugar en la mención de poesía en el concurso “Explosión Cultural Bicentenaria” nacional en conjunto con Jesús Montoya y Fernando Vanegas por el poemario “Once poemas en los cuadernos de noviembre” cofundador del grupo literario los hijos del lápiz.


*
             La poesía ha sido el himno
de unión de los amigos
la cual comprende el verdadero dolor detrás de sus palabras
siempre tristes, siempre trasnochados, elevados en las noches
e iluminados en las calles por los faroles encendidos
pues parece que lo único que nos ha traído fue oscuridad en vez de alegría.
              Es un castigo al Alma, una forma de amar a la belleza que apenas no es dada, y que se aleja cada vez más en cada poema,
en cada respiro atrayente de vida
en la alegría fulminante
pesimismo siempre altivo
que anda y camina
escabulléndose a calles oscuras
representación de nuestro corazón.
                   Nuestra intención en principio fue creer en el hombre,
en la humanidad que nos separa
y en los abrazos que nos unen.
Cuando niños los ojos nos aleteaban como una mariposa
eran nubes en la que los dioses descansaban
y aunque habláramos la lengua caía al piso
por la magnética imposibilidad de representarlos en el lenguaje.
           Así de este modo
los labios se nos fueron cerrando fuertes como un puño
de victoria, derrota y silencio.
          Ya de grandes conocimos la poesía
y un poco de nosotros mismos en el otro
formando un soporte sobre el cual buscaríamos en la cima
lo que únicamente era bello.
          La miseria no nos fue castigo
pero si
lo fue la lucha contra ella.
            Aquellos rezos años atrás
cuando creíamos que el espíritu divino
llevaba el único deseo
de que la vida no se escondiera en un sueño.
            Sueños con ojos cerrados, mudos
dirigidos al dolor, a levantarse y cepillar los dientes
y olvidarlo
aquellos recuerdos no nos pertenecen
aquellas licitudes nos duelen
y nos es imposible escribirlas.
             Eso nos unió, e unirá a todas las generaciones de poetas de cada era
como las palabras de fuego quemarán la oscuridad
para comprender la luz, así me decía un amigo
creyendo y alejándose a cada rato de la verdad en la cima de ella.
              El único estilo de vida de aquellos viejos amigos
que aún me acompañan
es el dolor, el amor, y la esperanza.
Fernando y Jesús, eternos borrachos de los bares más alegres
Cristian, chileno, no estés atrapado en la misericordia de tu cuerpo
Latinoamérica está en los cabellos de los andes
Sasha, eterna enamorada de la sinceridad de un corazón
amigos esta fiesta está en la cima de la guerra
Diego, te deseo el cielo para que te sientas libre
Manuel, ya quiero que tu Liam nos acompañe y me pida la bendición,
Roberto, no estés triste pues tu cuerpo es viento
y aquellas personas que he conocido les agradezco haber estado conmigo
Romero, la primera cerveza con la mano izquierda no fue la última
Devia, pinta paraísos azules en tus ojos
Omar, definitivamente la salvación está en el amor
y esta es nuestra forma de amar.
De este modo les pido perdón por callar
pero el tiempo siempre juega las suyas
cuando uno lo ve desaparecer.

*

Entre cervezas, grandes caminatas y muchas personas
juegos, risas y algunas tristezas
algunas tuyas y otras
entre la incertidumbre mía de lo real
y entre la tuya que fantaseaba por otros mundos
y la mía que me hundía al fondo de la tierra
has aparecido floreciendo como una estrella en el cosmos
alumbrando el oscuro espacio de mis manos
para hundirte también como los tesoros de la humanidad
en el océano.

*

El dolor fue oculto en las arenas 
cada grano fue una lágrima que se ha secado.
Por eso, la soledad se parece a un desierto/ con la esperanza de un oasis
                       para que calme tanta pena.
La maravilla del desierto no está en su extensión, sino en su silencio
y su cansancio.




Nota del autor: Eretz  significa tierra en hebreo.



***
Dioses
vednos pequeños como nuestras grandes manos
y con el pecho helado de una cueva
y si tenéis manos, acaricien nuestro cabello
dadnos de nuevo el fuego
pero uno diferente
el cual brote con el choque de un abrazo.

*

Hombres
las palabras nos quebraron los dedos
y este dolor cubre las llagas desde los pies
hasta la bestia del corazón verdadero,
han disfrutado de tierras largas y hermosas,
pero belleza, qué tan real eres cuando no abres los ojos.


*
Tu boca no está hecha para maravillarse de una noche sin estrellas.
Tus ojos se orbitan rápidamente donde el magma estalla la máquina que ama.
Te has quedado sola, hasta despertar, donde la luz quema.

*
Amigos, tengan fuerzas,
nuestras manos están suaves,
aún no hemos gritado nuestro nacimiento
dentro de este gran vientre llamado cielo.





Jesús Montoya (Tovar, Mérida, 1993). Estudiante de Letras mención Lengua y Literatura Hispanoamericana y Venezolana de la Universidad de Los Andes – Estado Mérida, Venezuela. Fue invitado por la Casa Nacional de Letras Andrés Bello a la octava edición del Festival Mundial de Poesía en la ciudad de Caracas como representante del estado Táchira, así mismo, un par de meses después le otorgan el tercer lugar en la mención de poesía en el concurso Explosión Cultural Bicentenaria en el ámbito nacional en conjunto con Josué Calderón y Fernando Vanegas por el poemario Once poemas en los cuadernos de noviembre (Caracas, 2011). Es cofundador del grupo literario Los hijos del lápiz. Fue invitado al Festival de Poesía de Maracaibo (Zulia, 2012). Obtuvo una mención de honor en el primer Concurso Literario Internacional "Casa de la UNCO" (Chile, 2012). Mención de honor en el concurso literario: Homenaje a José “Pepe” Barroeta convocado por la Universidad de Los Andes (Mérida, 2012).


***
Amo la pérdida. Amo mi absoluta desaparición. Mis ojos despegando con el viento, enredados, enraizados con la luz de la tarde. Camino sobre la lluvia escribiendo el poema. Escribo el poema en mi alma y la lluvia lo aplasta. Fumo y escribo el poema inagotable. Lo escribo desde mi rostro, este rostro sin movimiento que nadie ve, este rostro de colores abandonados, colores, que ningún labio toca, que ningún labio arranca, este rostro que es ojera y risa, grito y muerte, azul y sangre. Mis besos son canciones. Diré que no sirvo para nada. Diré la verdad. Diré que soy niebla entre la niebla, y yo amo mi insondable desaparición. Tengo vacíos los cuadernos y la casa y mi esperanza también está vacía, esperanza viento, esperanza humo. Rezo porque olvido. Fumo y escribo el poema, lo conozco. He conocido el poema como una plegaria. Lo he conocido desde el charco, desde el hielo enamorado de mis manos. Amo como nadie y a nadie amo. Amo la pérdida. Amo desde el aire y desde él escribo el poema. He escrito el poema y lo he perdido. He escrito el poema y lo he matado. He escrito orilla y mano, quebranto y olvido. Me sé de memoria esta infinita pérdida.

***
Canto y los recuerdos agrandan la ciudad. Canto y las ventanas se abren. Canto y la lluvia distorsiona mis ojos. Canto desde un bar merideño, desde la magia violenta de una esquina. Canto y hago que bailo y me río viendo el techo en soledad hasta que el sueño me revienta los ojos. Canto y la oscuridad se duerme. Canto y nadie viene a buscarme. Canto y la esperanza pinta otros colores. Canto y los muelles dejan de ser promesas. Canto y busco una desoladora imagen donde abandonarme. Canto y mi alma se transforma en una ola. Canto después del fuego, de las noches que brillan amargamente entre mi sangre. Canto y mis palabras inventan un terrible perfume que me cubre. Canto y mis palabras me odian. Canto y guardo el secreto de estos diecinueve años armoniosamente muertos.


***
Entre el desorden de mi vida,
de estas horas sin dormir que no pasan,
de este pecho y este corazón anciano
que vive enredado en sabanas mugrientas,
entre el desorden de mi vida,
de esta puesta de sol que no existe
de esta enfermedad
de estos ojos llorosos
y esta nariz roja, rota,
entre el desorden de mi vida
en mi retrato
en mis manos
en la ausencia de mamá
en la ropa vieja y la alegría,
entre el desorden de mi vida pueden
buscarme,
arroparme de abrazos,
darme el último beso
y despedirse conmigo de mi vida,
entre el desorden de mi vida
pueden señalarme el mar aunque esté lejos
porque siento como se derrama
porque siento su voz
elevándose,
atravesando la mía,
entre el desorden de mi vida
díganme cómo puedo comenzar a caminar
otra vez,
cómo puedo comenzar a amar otra vez
cómo puedo jugar con el barro
y mancharme el rostro,
cómo puedo decir siempre sin sentirme
el más culpable de los hombres,
entre el desorden de mi vida
hasta podrían perderse
hasta podrían enamorarse,
entre el desorden de mi vida
no hay peso
ni rastro
ni horizonte
ni estrellas,
hay una habitación sucia
un bombillo que no enciende
unos zapatos empapados
de lluvia,
un corazón quebrado.

***


Tengo miedo de quedarme solo en bares solos.
Solo y encerrado,
solo, como lo predecía mi madre
todos los días quedándose dormida
rezando por mí.
Solo y sólo con las sábanas desteñidas
solo y sólo con la voz del corazón,
solo y sólo,
conmigo y nadie más.

                                                                                  *

Mi conciencia es vieja,
áspera y maldita.
Me están matando las veces que perdoné entre las flores.
Perdoné,
perdoné y nada más quedó el silencio.

*
Escribo desde el pasado, al pasado siempre vuelvo, son las noches de mis años. Son hondas las heridas, cortos los amores, invisibles, los amores. Son las noches de mis años. Mis manos calcando el horizonte. Mis ojos mudándose de espaldas, silbando desde el corazón del viento. Son las palabras que me callo. Son las bocas que se llevaron la mía. Son los recuerdos que me crecen como luces en la piel. Son las lunas que le devolví a la noche para que no me dejara solo, para que no me dejara solo. Son todos los nombres, que de tanto gritar, marchité. Son los dedos ciegos, las sombras y los barrios. Son las calles vacías que me borran los recuerdos. Reconozco lo que siento. Mi voz curtida titilando desde esta habitación, quemándose en mis poemas, trepándose en mi dolor. He vivido todos los poemas que no he escrito, siendo el agua y la orilla, el agua y el beso, el pasado que escribo cada noche, durante la noche.

***
Reviví caminos en minutos, bolsas de basura, ojos, bocas, manos. Reviví. Reviví caminos húmedos, vacíos, imperiosamente vacíos. Reviví caminos donde la juventud era una mirada y no otra cosa. Reviví caminos y canté a mi voluntad desnutrida en silencio. Reviví caminos y sentí el accidente, el autobús, el dinero roto de la semana, sentí el gentío revolviéndose, escupiendo mi reflejo, sentí la ausencia de quienes me amaron y reviví más caminos sin llamar la atención, apuntando el sol con una rosa, con una mano que acaricia mi grito. Viva la calle, la noche, el poema, la infinita maldición.





Fernando Vanegas (San Cristóbal, Táchira, Venezuela – 1993). Estudiante de Español y Literatura en la Universidad de Los Andes. Ganador del Primer Concurso estadal Juvenil de Cuentos (Táchira, 2010). Tercer lugar en la mención de poesía en el concurso Explosión Cultural Bicentenaria en conjunto con Josué Calderón y Jesús Montoya por el poemario Once poemas en los cuadernos de noviembre (Caracas, 2011). Ganador del Premio DAES de literatura en la modalidad cuento y poesía (Universidad de Los Andes (Mérida, 2011). Es integrante y cofundador del colectivo literario Los Hijos del Lápiz. Fue invitado al Primer encuentro Literario de Jóvenes Creadores (Falcón, 2012), y al Festival de Poesía de Maracaibo (Zulia, 2012). Ganador del Concurso de escritores noveles de la editorial Simón Rodríguez en la mención de cuento con Cuadrilátero (Táchira, 2012). Obtuvo una mención de honor en el Concurso de cuento de los Circuitos culturales 2012 de la Dirección de Cultura del estado Táchira (Táchira, 2012).


***
En este poema fuimos felices
Jesús, Josué, Daniel y yo,
mi segunda novia y mi mejor infancia
se dejaron tocar por estos dedos.
Mi primera borrachera
y el primer viaje marihuano me abrazaron desde atrás
cuando todavía me olían las manos a inocencia.
Aquí encontraron espacio las lágrimas más amargas
que nadie vio jamás
porque yo no lloraba nunca.
Se rompió en este poema
la duda de a dónde diablos iba cargando con tanto sin darme cuenta,
aquí existió un infierno del que nunca supe
por estar siempre de rumba,
de aquí se escapó el cielo cuando
conoció nuestra tristeza.
Nosotros los tristes,
los amantes,
los niños gritones.
Nosotros los amigos que se besan entre
rincones y luces,
nosotros los dulces mediocres,
los viajeros,
nosotros los de la noche
bañados de sudor de tanto reír y reír
como si las estrellas no estuvieran ya lejos.
Nosotros la memoria de los mismos poemas
que miramos con odio.
Nosotros bailarines de todas las canciones

que se han tocado en esta tierra.
Nosotros los cantantes de media noche,
parados en la calle, temblando de frío,
extrañando a nuestras madres.
Oiga, oiga bien lo que le digo,
no sé nada de dioses,
pero mis amigos deben ser alguno,
mis noches deben ser inmortales,
mi dolor debe ser celestial incluso cuando me tumba
y me patea, cuando me hace escupir barro
y escribir con odio.
Venga, por favor, y abra esta botella
para que se espanten los fantasmas del mundo.
Venga, por favor, y ayúdeme a salir de esta amargura
que me tiene cogido desde hace tanto.
Venga, por favor, y dígame que me ha entendido,
que en lo más hondo del corazón algo le dice
que aún hay ternura.
Dígame que son dulces mis ojos cuando miro
los árboles, que el cabello tan largo debe significar algo,
que seré un hombre viejo cuando acabe esta fiesta.
Dígame que el mar está al otro lado de esa montaña
y que si quiero marcharme el camino vendrá conmigo.
Dígame qué sabe usted del amor,
cuántas veces se ha perdido en la madrugada,
cómo sonríen sus amigos cuando nadie los mira.
Dígame algo, por favor, algo que me ayude a largarme de este
poema donde están todos los que alguna vez me quitaron vida
y me llenaron la mirada de alegría,
los que cambiaron de orden mis pasos
compartiendo conmigo la cerveza,
el ron, el pan, la cama y la sangre.
Los que me abrazaron hace años.
Oiga, escuche bien lo que le digo, en este poema
estamos juntos, la vida, el dolor y yo.



***

Estas historias
no son historias todavía,
son lo que espera al otro lado de la ventana.
Esto que tengo en las manos  que se parece tanto a la tristeza
no es una palabra muerta de frío, es el día
que nos cuenta cómo termina todo.
No es el pasado,
es lo que va sucediendo
entre las manos de las mujeres
y las marcas de mis palabras,
es lo que alguna vez dije y me dijeron
para calmar la sed.
Este sonar de campanas, esta herida de bala,
este amigo muerto, esta pierna rota,
todavía no son un poema,
pero ya duelen, ya brillan en el  cielo.

***

He brillado hasta caer dormido
queriendo conocer lo claro de la luna.
Dibujé un hogar entre las piedras
para no tener que marcharme otra vez.
Hoy no hay más que la verdad de mis huesos,
la verdad de las palabras tan necesarias como el agua.
He sido
y mi historia la conté hace tiempo.

***

Que no me hable del infierno quien no ha visto su nombre acompañado por navajas, quien no ha volteado a mirar a un visitante como si fuera la muerte misma, quien no ha caído dormido abrazado por los últimos rayos de los postes. Que no me hable del infierno quien no se ha perdido entre una tristeza infinita y ajena, quien ha perdido su propia tristeza y cuando escribe no se encuentra entre las líneas. Que no me hable del infierno quien siga con vida, que no me hable del infierno quien conoce la calma, que no me hable del infierno quien no reconoce el asco en las alargadas caras de la familia, quien no ha cruzado la mirada con la vergüenza y el miedo. Que no me hable del infierno quien ha estado en él, porque el fuego no es el mismo. Que no me hable del infierno quien tiene el tiempo dividido en horas perfectas, que no me hable del infierno quien llega siempre a tiempo. Que no me hable del infierno quien no se ha descubierto en medio del amanecer con la memoria intacta y los bolsillos vacíos. Que no lo haga, que no me hable del infierno quien no tenga amigos como mis amigos y los vea desaparecer como yo los veo.





Daniel Arella (Caracas, 1988). Escritor, poeta y guionista. Tesista de la carrera de Letras, mención Lengua y literatura hispanoamericana y venezolana de la Universidad de los Andes. Dirigió el  programa radial El tufo del bardo (Ecos 93.9FM) en el 2008, dedicado a la antipsiquiatría, la literatura y el jazz. Ganó el Premio DAES de literatura en la modalidad cuento (ULA), 2009. Publicó, junto con otros jóvenes escritores, la novela colectiva policial free-jazz Una balacera abolirá el azar, Editorial el perro y la rana, 2010. Publicó su primer poemario Al fondo de la transparencia en el 2012.


***

Madrina
yo sé que esa viejas te llegan con cuentos míos
El Poeta
El Loco de Ejido
El Príncipe de los mendigos
Yo sé que esas viejas que te llegan con esos cuentos
son las que se cambian de acera
cuando me ven caminar hacia ellas
Yo sé que me la paso
con Chucky, El Niño y Gordo El Bambino
que son unos fumones
Yo sé que bebo
a veces
hasta borrarme con Piraña
y les doy Ganja a sus tres perras
en el hocico como si fueran besos
a María, Shakira y Princesa
para que empiecen a ladrarle
a la luna
y ver reír al viejo Piraña
humilde y sabio hasta las metras
Yo sé que cuando estoy ebrio
lloro pensando en ella
y me entra por saltar la cerca de la piscina
me gusta nadar así, Madrina
uno se está ahogando pero no,
sólo en el agua se escucha el rumor de las estrellas,
hay que estar cerca

Yo sé Madrina
que esas viejas te llegan con cuentos míos
Y que me vieron desnudarme
frente a la Virgen de Fátima
para robarle sus monedas y comprar cigarros
y que ahora me como los coquitos en La Plaza
y después empiezo a caminar muy despacio
para igualarme a las cabriolas del humo
y hacer reír a los niños
que caminan tristes para la escuela
Que camino en contravía
leyendo poemas de Vallejo
para ahuyentar el frío
Que me encontraron murmurándole plegarias
a las hortensias de la Sra. Chepa
la que colecciona cajas de fósforos
y tiene sus dos hijos presos
Que me vieron bailando reggaetón
con los transfor en la esquina caliente
Que si me metieron preso por prenderle
un bareto a Machera
y bailar mortuorio
frente a ancianos estupefactos y aburridos
Que si grafiteo las iglesias
con los zapateros
en bóxer
Que si saludo a las niñas
cuando salen del Liceo con una máscara de gato
Que si me vieron tomado de la mano
con Yuscarleny “la malita de Zumba”
comiendo helados por Centenario
todo para olvidarla a ella
Yo sé que te llegan con cuentos míos
esas viejas, Madrina
Lo de los manteles en la Cibeles
que quité sin derrumbar las cervezas
es mentira
no soy un mago, apenas un espanto
Lo del Loco Licho
que bailé break dance con él
porque estaba solo en su cumpleaños es verdad
¿Y qué, acaso no puedo expresarme, Madrina?
Que embaracé a la Sara la mansita de 14 años
es mentira, no fui yo
dígale al viejo Miguel que no fui yo
Que filmé una porno en el cuarto de la abuela
cuando ella estaba de viaje para Cartagena
para el proyecto de unas amigas es mentira
Diego es un pajuo
Que jodí a dos chinos
en un almacén sombrío
es mentira
los chinos mueren solos y más solos
Que robé un buda dorado
y se lo regalé a la vieja Euclides
es verdad
lo tiene en el pesebre de la plaza
como un Rey Mago
¡y cómo le reza la vieja Euclides!
Que robaba espejos de retrovisor
para comprar droga
es mentira
detesto los espejos
y el Chuma habla demasiado cuando está jalao
Que maldije al cura
mientras sacaba su perra
es verdad
me da arrechera que la saque con cadena
y además está muy flaca
la perra
la tiene a punta de hostias
y el cura tuvo las bolas de ponerle María
Que me comí 25 hongos el día de mi cumpleaños
es verdad
quería completar mi edad en un ritual sin tiempo
ni espacio
Lo de las ventanas rotas es mentira
Lo de los pacos en el terminal es mentira
Lo de la niña con cara de margarita es verdad

Sabes qué Madrina toda esa mierda
es verdad
Y esas putas viejas de Ejido no se mueren nunca
Todo
Absolutamente todo es verdad
Incluso este poema
Hasta este poema es verdad.